¿Impostora yo, impostora vos?.
#4 Emprender en este Lío
Comienzo a crear una idea, un nuevo servicio, un taller. El envión es evidente, paso al papel la idea y ya ví que es viable hacerlo.
Una voz irrumpe adentro mío y comienza a preguntarme: ¿Estás segura de poder con todo? ¿Cuán capacitada estás? ¿No te faltaba ese curso, ese título, ese papelito que te avalaba para hacerlo?. La imagen llena de color, se torna sombría. Las miradas de los participantes, ahora en mi cabeza, son miradas de rechazo y desaprobación. Me descubrieron.

«Esa mujer, sin embargo, es una impostora»
El síndrome de la impostora es real, y esta estudiado. Nos sentimos impostoras porque nos falta confianza, y porque muchas veces, estamos andando caminos desconocidos. En mi familia, como en tantas familias de clase trabajadora, las mujeres trabajan y se sacrifican por sus hijxs. No hay placer, no hay creación, ni oportunidades laborares. Ese el patrón, es la variable repetida, eso sí es lo conocido para mí.
Pero más allá de lo familiar, hay un patrón social, que lo explican Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot en su libro ‘El síndrome de la impostora. Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas’:
«Lo que se conoce como el síndrome de la impostora es una falta de autoestima que te lleva a dudar constantemente de tu potencial.
Las mujeres tienen una herencia histórica y social muy importante. Han sido criadas durante siglos en la fragilidad, bajo la dominación masculina. Durante mucho tiempo han estado confinadas al ámbito privado: a cuidar de sus familias, casarse, tener hijos. Y la sociedad las bombardea con un mandato a la belleza, al rendimiento, a la perfección”.

Así, según las autoras, “hemos internalizado todos los estereotipos vinculados a esta herencia". A pesar de que las cosas han cambiado en los últimos cincuenta años, los clichés tardan en morir, están casi escritos en nuestro ADN. Por supuesto, también puede haber razones familiares.
Estamos jodidas y estamos juntas.
En la mochila de nuestro inconsciente, llevamos la carga de nuestras ancestras ¿Estamos jodidas? Un poco. En desventaja histórica, en la lucha y conquista por nuestros derechos.
Si hablamos de representación, en 2020 en Argentina las mujeres ocupaban el 13,7% del total de los directorios de las 1.000 empresas que más venden en la Argentina. Eso quiere decir que las empresas más importantes, y que más mueven el capital, las mujeres son una total minoría. Entonces nos cuesta encontrar referentes y claramente, no crecimos con ellas. En las películas de nuestra infancia, los profesionales eran ellos, y nosotras buscábamos al amor, el matrimonio y lxs hijxs. En los libros, las princesas no se desarrollaban profesionalmente.
Pero no todo esta perdido, y en la transición que estamos viviendo, nos tenemos.
Estamos juntas, juntas para potenciarnos, contagiarnos y sacar lo mejor de nosotras. Amigas emprendedoras que ayudan, alientan, y extienden la mano, o un abrazo cuando nos sentimos incapaces.
El entorno suma y mucho, rodearnos de personas capaces, aprender de quienes están logrando aquello que aún no pudimos, nutrirnos de información e historias que nos hacen bien es clave.
"Los hombres, en general, toman más riesgos porque si se equivocan no sienten que sea algo grave y lo tienen integrado como parte del camino. Para la mujer el fracaso es destructivo y paralizante. Y muchas prefieren mantener un perfil bajo para evitar que se las nos juzgue" dicen las autoras.

Valerie Young estudio este fenómeno tanto en hombres como en mujeres. Vale aclarar que las mujeres estamos mucho más afectadas, por todo lo antes mencionado.
Ella pudo clasificar en 5 categorías, interesantes para ir reconociéndolas en nosotras mismas.
- La perfeccionista: se exige demasiado, se pone metas que son inalcanzables y duda de si misma, esto le causa un gran desgaste y/o ansiedad. Una falla pequeña puede convertirlo en un gran fracaso. Si obtiene algún logro, cree que no lo merece porque “no dio lo suficiente”.
- La individualista: Se responsabilizan de tareas que no le corresponden y esto la agota, pues cree que para estar a la altura tiene que trabajar más duro que los demás. Piensa que tiene que entender y conseguir todo ella sola.
- La experta: Se autoimpone la obligación de saberlo todo de todo, pues tienen miedo de no saber tanto como los demás piensan. Nunca se siente suficientemente preparada o experta, se exige para conseguir conocimiento. No cree que es quién dice ser.
- La genia natural: Siente que siempre debe ser la mejor y primera en todo. No tolera el fracaso ni las segundas oportunidades. Si falla, se castiga duramente y experimenta la mayor frustración.
- La superhumana: Su esfuerzo no radica en que siente que debe esforzarse más de lo normal, sino en que tiene miedo de pedir ayuda, ya que puede ser una señal de debilidad y es motivo de vergüenza.
Intenta hacer malabares sola y sin querer aleja a las personas de su vida.
Botiquin para crisis de la impostora.
Cuando el ataque de tu mente sea inminente, cuando sientas que se viene el bombardeo podés hacer algunas de estas cosas para salir de ahí.
Escribí todos tus logros. Personales y profesionales.
Listá todas las cosas en las que sos buena. Seguro son más de las que pensabas.
Mirá Charlas Tedx con temáticas que te gusten.
Leé o buscá biografías de gente que puede inspirarte (en mi Instagram tenés algunos videos de «Historias inspiradoras para crear»).
También podés escribir que cosas te gustarían hacer y no te animás. Fijate si realmente te falta información o estudio para hacerlo, ponete a investigar a otrxs que lo hayan hecho. O tal vez, descubras que son ideas en tu cabeza y ya estás lista para dar el primer paso.
¿Te sentís identificada con estos sentires? ¿Qué hacés cuando te pasa?